En un reciente esfuerzo por salvaguardar la riqueza histórica de Xàtiva, el ayuntamiento ha comenzado a hacer cumplir estrictamente sus ordenanzas municipales, dirigiendo la atención hacia las instalaciones de aire acondicionado que desfiguran las fachadas en su casco antiguo. Este sector, conocido por su invaluable patrimonio, se enfrenta a desafíos contemporáneos que surgen de la tensión entre la comodidad moderna y la preservación histórica.

Las ordenanzas, en particular, prohíben las unidades de aire acondicionado que rompen la línea visual de las fachadas, una medida que protege la estética histórica y asegura la seguridad pública. Estas regulaciones, como se detalla en la «Ordenanza de Policía de la Edificación» y la «Ordenanza Municipal sobre la Protección de la Contaminación Acústica«, tienen implicaciones profundas:

  1. Preservación Histórica: Se busca mantener la autenticidad arquitectónica de los edificios, protegiendo su historia y cultura. Cualquier adición moderna, como las unidades de aire acondicionado, debe realizarse con sensibilidad y respeto hacia estos valores.
  2. Seguridad: Las ordenanzas también abordan preocupaciones prácticas, como prevenir que las unidades sobresalientes de las fachadas se conviertan en riesgos de seguridad o comprometan la integridad estructural de edificios antiguos.
  3. Calidad de Vida: Al limitar los niveles de ruido y vibración permitidos, estas normativas aseguran un ambiente tranquilo y sereno, mejorando la calidad de vida de residentes y visitantes.
  4. Integración Armoniosa: Más allá de la estética, se promueve una integración respetuosa de la tecnología moderna en estos entornos históricos, asegurando que las comodidades actuales no eclipsen el legado del pasado.

En un caso reciente, una casa rural en la calle Menor se ha encontrado en el centro de esta iniciativa reguladora. Las autoridades, al identificar varias unidades de aire acondicionado instaladas inapropiadamente, han emitido un requerimiento para que se realicen modificaciones significativas. Estas deben estar en línea con las ordenanzas y respaldadas por informes técnicos competentes.

Los propietarios afectados tienen un período de dos meses para adaptarse a estas regulaciones. Aquellos que no cumplan enfrentan sanciones que pueden alcanzar hasta el 6% del valor de la obra realizada, con una multa mínima de 300 euros, como estipula la ley de territorio, urbanismo y paisaje.

Este enfoque riguroso subraya la dedicación de Xàtiva a su patrimonio. No se trata solo de imponer restricciones; es un esfuerzo por equilibrar la innovación con la preservación. En este sentido, Xàtiva se establece como un modelo, demostrando que el respeto por la historia y la adaptación al presente pueden, de hecho, coexistir en armonía.

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