Indudablemente, esta pregunta ha cruzado tu mente en más de una ocasión. Se convierte en uno de los asuntos más debatidos en los días calurosos de verano. Es raro quien no hace un comentario al respecto, y cada quien sostiene su propia postura. ¿Realmente es perjudicial dormir con el aire acondicionado encendido? Con este artículo, nuestro objetivo es esclarecer dicha cuestión.
Dormir con el aire acondicionado: sí o no
Lo mismo ocurre con el aire acondicionado que con muchas otras cosas en la vida: los extremos nunca son buenos. Durante el sueño, la temperatura de nuestro cuerpo baja (alcanzando su punto más bajo alrededor de las cinco de la mañana). Es por esto que, al ajustar la temperatura de nuestro dormitorio por la noche, hemos de intentar no excedernos en la medida. En términos generales, lo ideal es mantenerla en torno a los 24, 25 o 26 °C, dependiendo de la temperatura exterior.
Varios sistemas de climatización incluyen la función Sleep, diseñada específicamente para adaptarse a las necesidades nocturnas. Esta función modifica ciertos ajustes, como el incremento gradual de la temperatura con el paso de las horas, la desactivación automática después de un tiempo determinado o la regulación de la intensidad del flujo de aire.
Las variaciones abruptas en la temperatura son perjudiciales, independientemente de su causa. Fuentes aparte, emplear el aire acondicionado durante la noche puede ser ventajoso.
¿Es bueno poner el aire acondicionado toda la noche?
El organismo humano experimenta variaciones en su temperatura a lo largo del día. Según detallan A. Martínez-Nicolás y A. Blázquez-Manzanera, expertos biólogos de la Universidad de Murcia, se observa un incremento gradual de la temperatura corporal a medida que avanza el día, hasta alcanzar su pico antes de iniciar el período de descanso nocturno. Es en este instante cuando la piel comienza a liberar el calor acumulado, facilitando que la temperatura del cuerpo disminuya hasta alcanzar su nivel más bajo cerca de las 06:00 horas.
Dado este comportamiento térmico del cuerpo, el ajuste del aire acondicionado durante la noche no debería ser constante, sino adaptarse a disminuir su temperatura y potencia paulatinamente. Según indica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en sus recomendaciones sobre la utilización del aire acondicionado, ciertos modelos incorporan una función denominada “sleep”, que modula la temperatura y el flujo del aire durante el sueño, pudiendo incluso disminuir su actividad de forma gradual hasta su total desconexión.
¿Es malo recibir el chorro de aire directamente sobre el cuerpo?
Efectivamente, es contraproducente dirigir el flujo de aire frío del aire acondicionado directamente hacia la piel, tanto durante el día como en la noche. Así lo señala José Santos, Secretario General del Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, en una conversación con Radio 5 (min -4:50):
“Es importante procurar que el flujo no incida directamente sobre áreas del cuerpo desprovistas de ropa. El enfriamiento causa la contracción muscular. Dado que en la temporada estival usualmente usamos prendas ligeras como camisetas sin mangas o camisas de tirantes, dejamos expuestas áreas como la espalda o el cuello […] lo que puede resultar en contracturas prolongadas o tortícolis”.
¿Es la humedad tan importante como la temperatura?
Claro. Nuestra percepción del calor o del frío se ve influenciada por el nivel de humedad presentes en el aire. En su Guía técnica para la prevención de la legionelosis en sistemas de agua, el Ministerio de Sanidad detalla cómo la humedad interactúa con la temperatura. Expone en un cuadro que a una temperatura fija de 35ºC, podemos sentir que la temperatura es de 30ºC si el aire está totalmente seco, o que supera los 60ºC si enfrentamos una humedad extrema.
La guía añade que “los extremos de muy poca o mucha humedad suelen ser más propicios para la propagación de contaminantes biológicos”. El uso de sistemas de aire acondicionado suele disminuir la humedad del ambiente, como advierte la guía de salud y alimentación de la Universidad de Navarra. De acuerdo con el Ministerio de Sanidad:
“La escasez de humedad facilita la evaporación en las mucosas nasales y en el sistema respiratorio, provocando resequedad en la piel y el cabello”. Finalmente, la guía recomienda: “es importante ajustar la humedad relativa en espacios climatizados para mantenerla dentro de un rango del 30% al 60%”.
Para esto, es posible utilizar controles de humedad integrados en los dispositivos de aire acondicionado o mediante el uso de un humidificador.
¿Incrementa el riesgo de padecer afecciones respiratorias el dormir bajo el efecto del aire acondicionado?
La posibilidad de desarrollar una afección respiratoria no está vinculada a si es de día o de noche, sino al estado del dispositivo que refrigera el aire. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) destaca en un comunicado que: “Los sistemas de climatización bajan la temperatura del aire, le extraen humedad y suelen retener en sus filtros polvo, bacterias y otras partículas orgánicas. Esto puede causar irritación, inflamación o infección en las vías respiratorias”. Desde esta entidad se señala que “aproximadamente un 20% de los resfriados, laringitis, faringitis o bronquitis durante el verano son consecuencia de un mal uso del aire acondicionado.
Para prevenir afecciones respiratorias, desde la SEPAR se insiste en que “la temperatura ideal se encuentra entre 22-24 grados, pudiendo ser un par de grados más elevada durante la noche, y mantener la humedad ambiental entre un 35% y un 60%”, sin embargo, recalcan que lo más perjudicial son “las bacterias acumuladas en los filtros del aire acondicionado”. Frente a este peligro, es posible tomar medidas revisando y limpiando “los filtros del sistema de climatización regularmente, y aún con más razón antes de la llegada del verano”.
Los especialistas en neumología de la SEPAR advierten que los resfriados causados por un uso incorrecto del aire acondicionado “generalmente no provocan fiebre”, sino más bien estornudos y congestión nasal. Subrayan que “como regla básica, estos trastornos nasales o de la garganta no deben tratarse con antibióticos, ya que suelen ser causados por virus”. Por último, hacen un llamado a las personas con padecimientos respiratorios crónicos a tener especial cuidado.
¿Podría ser más perjudicial la solución que el problema en sí?
No es necesariamente una obligación. Para quienes cuentan con la posibilidad de tener aire acondicionado en sus hogares y optan entre utilizarlo o no durante la noche, es importante recordar que el mal descanso en las noches de calor intenso también tiene su costo. A lo que hemos vivido en carne propia, se suma un estudio de la Universidad de Harvard en Estados Unidos, que luego de observar el comportamiento y habilidades de un conjunto de jóvenes en medio de una ola de calor, encontró que aquellos que no contaban con aire acondicionado en sus hogares “tuvieron reducciones notables en las pruebas de capacidad cognitiva”. En dos pruebas, la brecha respecto al grupo que disfrutaba de aire acondicionado en sus hogares superaba el 13%.
Para concluir: No es perjudicial dormir con el aire acondicionado encendido por las noches, siempre y cuando la temperatura se mantenga en un nivel adecuado, el flujo de aire no incida directamente sobre nosotros, la humedad oscile entre el 30% y el 60%, y el equipo sea objeto de un mantenimiento correcto que prevenga infecciones.
Los efectos de un uso excesivo del aire acondicionado
Es importante reconocer que, durante el sueño, la temperatura de nuestro cuerpo baja. Esta disminución llega a su punto más bajo, denominado temperatura basal, aproximadamente cuatro horas después de que nos quedamos dormidos. Un entorno demasiado frío puede incrementar la brecha térmica con nuestro cuerpo, elevando así también los peligros asociados.
El efecto adverso más habitual causado por mantener el aire acondicionado activo mientras dormimos es la irritación y hinchazón de nuestra garganta y sistema respiratorio, efecto de las temperaturas bajas y el aire seco. Este último puede, asimismo, generar molestias oculares, desencadenando picor y hasta posibles casos de conjuntivitis.
Por otro lado, el aire gélido de estos dispositivos contribuye a «una variedad de trastornos en los mecanismos defensivos naturales» de la nariz y la garganta, como indica la SEORL. Un impacto significativo es que los cilios -los diminutos pelos presentes en nuestro sistema respiratorio- disminuyen su actividad. Como resultado, «el flujo habitual de la mucosa se ralentiza o incluso se detiene, lo que también puede resultar en el desarrollo de sinusitis y otitis».
Deshidratación, alergias y otros riesgos
Una investigación de 2020, llevada a cabo por expertos de la Universidad de Yale, reveló que el virus del resfriado común tiene mayor probabilidad de contagio cuando la temperatura dentro de las fosas nasales es más baja que la de los pulmones (o sea, la temperatura corporal habitual, cerca de 36,5 ºC). Otros estudios del mismo grupo confirmaron que la temperatura del cuerpo juega un rol fundamental en la lucha contra los virus.
El uso de aire acondicionado incrementa el riesgo de deshidratación. La sensación de frescura generada por el aire acondicionado a menudo demora o evita que se perciba la necesidad de beber agua. Este aspecto, junto con la sequedad del ambiente ocasionada por este sistema, puede causar dicha condición. Y los síntomas más frecuentes incluyen sequedad cutánea, dolores de cabeza y jaquecas. Asimismo, tanto la presencia de estos virus como las jaquecas y migrañas podrían ser fomentadas por la mala calidad del aire, consecuencia de filtros de aire insuficientemente limpios. Incluso, la existencia de hongos, ácaros y bacterias en el aire puede provocar alergias y crisis asmáticas, como indican diversas investigaciones.
Medidas de precaución
La presencia de diversos riesgos asociados al uso del aire acondicionado durante la noche no significa que sea imposible disfrutar de sus beneficios para conseguir un buen descanso. Sin embargo, es esencial adoptar ciertas precauciones para minimizar cualquier posible efecto adverso. Estas comprenden las recomendaciones a continuación:
- * 1. Ajustar la temperatura a un nivel adecuado: Por lo general, se sugiere que la temperatura ambiental para dormir no sea inferior a los 23 ºC. Esto no solo previene el enfriamiento del cuerpo mientras se duerme, sino que también reduce el consumo excesivo de energía eléctrica. Se calcula que el consumo energético del aparato incrementa un 8% por cada grado que la temperatura baja más allá de lo necesario.
- * 2. Evitar recibir el aire directamente: La corriente de aire que emite el dispositivo está a una temperatura considerablemente menor que la del entorno. Recibir esta corriente directamente durante periodos prolongados puede resultar en efectos indeseados, incluyendo tensiones y dolores musculares. Es por esto que se debe procurar no situarse directamente frente al aparato. Si es posible, activar la opción de ‘oscilación’ (o ‘swing’) puede ser muy beneficioso, ya que permite que las paletas o aspas modifiquen la dirección del flujo de aire, repartiéndolo más equitativamente por el espacio.
- * 3. No dejarlo activo durante toda la noche: Frecuentemente, el calor puede dificultar el inicio del sueño, pero una vez dormidos, podría dejar de ser un disturbio o, al menos, no con la misma intensidad como para interrumpir el descanso. Por ello, se recomienda usar el ‘modo nocturno’ (o ‘sleep’), el cual apaga el dispositivo automáticamente tras un tiempo determinado desde su activación. Además, se aconseja emplear la función de ahorro energético, que ajusta automáticamente la temperatura.
- * 4. Implementar un humidificador: Para compensar la sequedad ambiental causada por el aire acondicionado, la utilización de un humidificador se vuelve indispensable. Así, se minimiza el riesgo de irritaciones en las mucosas, otros tejidos del sistema respiratorio, y en los ojos.
- * 5. Mantenerse bien hidratado: Consumir la cantidad adecuada de agua u otros líquidos antes de sentir sed es vital para prevenir este inconveniente tan frecuente en época estival.
- * 6. Limpiar los filtros regularmente: La higiene de los filtros siempre ha sido crucial para un uso seguro y saludable del aire acondicionado. Recientemente, se ha enfatizado en la importancia de esta práctica debido al riesgo que estos aparatos pueden suponer en espacios compartidos por la posible transmisión del COVID-19. Aunque en los hogares el uso se considera seguro, es fundamental no bajar la guardia frente a virus, bacterias y otros patógenos.
Principales problemas derivados por dormir con el aire acondicionado funcionando
Utilizar el aire acondicionado mientras estamos tendidos en la cama, ya sea durmiendo o tratando de conciliar el sueño, podría conllevar ciertos peligros para la salud. Aunque es cierto que no todo el mundo se ve afectado de la misma manera y algunos pueden no notar ningún impacto, es necesario no ignorar esos riesgos potenciales que implica dormir con el aire acondicionado encendido.
El primer riesgo está asociado con problemas respiratorios potenciales. Para ciertas personas, el uso del aire acondicionado al dormir (y también en otros momentos del día) puede agravar los síntomas de condiciones respiratorias preexistentes como el asma, alergias o sinusitis. El aire frío y seco tiene el potencial de irritar las vías respiratorias, provocando síntomas en individuos predispuestos. Adicionalmente, existe el riesgo de secado de las vías respiratorias.
El aire acondicionado tiende a disminuir la humedad del ambiente, lo que puede llevar a un secado de las vías respiratorias, la garganta y la piel, ocasionando irritación, sequedad, tos y malestar nasal. Por otra parte, es indispensable recordar que este hábito de dormir con el aire acondicionado puede esparcir bacterias, virus y otros microorganismos si no se realiza un mantenimiento adecuado y se limpian los filtros regularmente. Esto incrementaría el riesgo de contraer resfriados, gripes y otras infecciones de las vías respiratorias.
Pero los riesgos no se limitan a las vías respiratorias. Un uso intensivo del aire acondicionado también puede desencadenar molestias musculares y articulares. Dormir expuesto al flujo directo del aire frío puede ocasionar rigidez en músculos y articulaciones en ciertos individuos, en especial si están expuestos a temperaturas muy bajas por períodos prolongados.
Finalmente, es crucial no pasar por alto las alteraciones en el sueño. Al igual que algunas personas prefieren un ambiente oscuro y silencioso para dormir, hay quienes pueden encontrar dificultades para conciliar o mantener un sueño reparador debido al ruido del aire acondicionado o la sensación de frío, así como los cambios bruscos de temperatura nocturnos pueden perturbar el ciclo natural del sueño.
Es clave resaltar que la repercusión de estos efectos puede variar según la sensibilidad de cada persona, el cuidado y mantenimiento del sistema de aire acondicionado y el ajuste de la temperatura. Para reducir los posibles peligros, se aconseja mantener una temperatura ambiente moderada, garantizar una adecuada ventilación del dormitorio y comprometerse con la limpieza y el mantenimiento oportuno del sistema de aire acondicionado.
Consejos para una utilización correcta del aire acondicionado
Es posible recurrir al aire acondicionado durante las horas de sueño, siempre y cuando se sigan ciertos cuidados y se haga un uso correcto del mismo. Por ejemplo, se recomienda ajustarlo a una temperatura alrededor de los 24 a 26°C para evitar sentir demasiado frío o calor, lo cual podría interferir con la calidad del sueño y afectar negativamente la salud.
Es crucial evitar el contacto directo con las corrientes de aire emitidas por el aire acondicionado. En caso de que el dispositivo cuente con una función de sueño, su activación es muy recomendable. Otra opción es cambiar la dirección del flujo de aire o usar dispositivos deflectores para prevenir que el aire impacte directamente sobre el cuerpo. También es prudente configurar temporizadores y pausas, permitiendo así que el aire acondicionado se apague durante ciertos periodos. Esto contribuirá a restablecer un ambiente más natural, disminuyendo la sequedad del aire.
Mantener una ventilación adecuada es vital. Si es posible, abre una ventana o puerta ligeramente para que entre aire fresco del exterior, lo cual contribuirá a mantener un balance adecuado en la humedad y pureza del aire dentro de la habitación. Antes de acostarse, es recomendable hidratarse adecuadamente. Esto se puede lograr mediante la ingestión de agua y otras bebidas no alcohólicas, lo cual, aparte de refrescar y hidratar el cuerpo, promoverá una óptima hidratación de las vías respiratorias. Es vital llevar a cabo un mantenimiento regular del aire acondicionado, lo cual incluye limpieza persistente del sistema para evitar la acumulación de polvo, bacterias y alérgenos. Se aconseja limpiar los filtros frecuentemente siguiendo las instrucciones proporcionadas por el fabricante.
Existen productos publicitados como «aires acondicionados» que realmente no lo son: claves para discernir entre verdades y engaños en el marketing. De ser posible, el uso de humidificadores es aconsejable. Estos dispositivos ayudan a contrarrestar la sequedad ambiental, elevando la humedad en la estancia, lo cual contribuye a evitar la deshidratación de las vías respiratorias y la irritación. Finalmente, mantener un patrón de sueño saludable y crear una rutina de descanso constante son fundamentales para asegurar un entorno óptimo para el reposo, incluyendo un espacio oscuro, tranquilo y libre de distracciones.
¿En qué circunstancias podría ser beneficioso?
Se cree que una vez que la temperatura asciende más allá de los 27 grados Celsius, la calidad del descanso nocturno puede verse comprometida. Esto tiene como consecuencia una cadena de incomodidades: agitación, ansiedad, fatiga, malestar, entre otros. Preservar una temperatura agradable y sensata durante los episodios de mayor calor podría favorecer a un mejor inicio del sueño y propiciar un estado de comodidad nocturna.
¿Qué ocurre, entonces, con la calidad del aire interior? Contrario a la creencia popular, esta no decae. Realizando el mantenimiento básico regular de nuestros equipos, la pureza del aire permanece intacta. Reemplaza el filtro de acuerdo a los consejos del fabricante cada cierto periodo. Filtros limpios son sinónimo de un ambiente más puro.
Y aún hay más beneficios por descubrir. Un análisis realizado en Estados Unidos por los NIH (National Institutes of Health) reveló un beneficio adicional inesperado. Al examinar los patrones de sueño de varios individuos, los científicos descubrieron que al descansar a temperaturas más bajas, pero sin sacrificar el confort (esto es, con el uso del aire acondicionado), los participantes experimentaban un leve aumento en su porcentaje de lo que se conoce como «grasa marrón».
Este tipo de tejido graso, presente en cantidades muy pequeñas en los adultos, ofrece diferentes ventajas al contribuir en la reducción de los niveles de azúcar en la sangre, la quema de calorías, además de otros beneficios a largo plazo.
Reflexión final: la importancia de mantener la moderación
En definitiva, utilizar el aire acondicionado mientras dormimos no es perjudicial. El secreto radica en emplear nuestro dispositivo de manera sensata, activándolo únicamente cuando sea imprescindible. Es fundamental evitar que el flujo de aire nos golpee directamente durante la noche, así como no es recomendable reducir la temperatura de manera exagerada o mantener los filtros con acumulación de suciedad.
Adoptando unos consejos simples como los que hemos descrito en este texto, lograremos disfrutar de un descanso nocturno revitalizante en las jornadas más calurosas, sin exponernos a cualquier incomodidad.
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